“No eres tus pensamientos, sino que eres quien puede oír tus pensamientos” (Allen, 2020).
Esta frase cuando la leí fue directa a mi cuaderno de notas, me pareció emblemática y aunque, por supuesto, mía no es. Inspira que da miedo. Si yo solo puedo oírlos (a mis pensamientos), entonces... Todo lo que me dicen puede ser que me lo crea, o no.
Me gusta mucho utilizar la palabra elegir. Podemos elegir qué pensamientos tener, la respuesta es no. La mejor parte es que podemos elegir qué hacer con ellos. Porque todos escuchamos a la charlatana a quien en ocasiones cuesta bajarle el volumen. Y yo no quedo exenta de esto. Existen muchas maneras de abordar esto en consulta. Pero ese no es mi cometido en esta entrada. Aquí soy una más, intentando compartir que existe para todos nosotros la misma regla con la que medirnos. Porque a pesar de ser únicos y diferentes, también pertenecemos a la misma especie. Somos seres humanos, que se equivocan y que chocan 200 veces con la misma piedra. Más nos vale aprender o no saldremos de ese bucle por arte de magia.
A veces, me pasa que en plena conversación con otras personas empiezo a divagar, le llamo divagar porque mis pensamientos empiezan casi siempre con una reflexión (fruto de las dudas y las preguntas que me hago continuamente). En ocasiones, como os comento, soy capaz de apuntarlo en lo primero que pillo. Prefiero no coger el móvil, no me gusta usarlo cuando estoy con más personas, a no ser que sea estrictamente necesario. Suelo pillar servilletas o una parte en blanco de cualquier sobre con recibos que haya recogido en el buzón (cada vez menos, ya que lo de cartas también se va perdiendo). Puedo parecer anticuada, pero eso hago. Una vez escribo ese pensamiento inspirador, pasa la tormenta de tenerlo en la mente sin poder liberarlo. Luego más tarde lo releo... ¡Vaya chorrada! Esto a santo de qué, miro la nota con amabilidad y la mayoría de las veces terminan en la basura. No significa que piense en muchas tonterías a lo largo del día, simplemente que elijo que hacer con ello.
Un abrazo.
PD: Cuando decido quedármelos, los paso a una libreta y en el caso de que ese pensamiento llegue con información de preocupación... también elijo que hacer, doy las gracias por el aviso y a otra cosa mariposa. ¿Ustedes qué hacen? ¿Sabrían detectar si esos pensamientos son ideas o evaluaciones?
Referencia:Allen, S. (2020). Pronoier. La ciencia de la ley de atracción para realistas. Amazon.
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