El principal objetivo de esta apuesta es dejar claro que todos en algún momento hemos formado parte de algo secreto. Hemos guardado algún secretillo (amigos, compañeros, …). En muchas ocasiones, omitimos para no dar tantas explicaciones a los demás o, simplemente, por entender que lo que omitimos no supondrá ningún malestar a la otra persona (esto último más por voluntad propia).
Nosotros los psicólogos guardamos lo que se denomina confidencialidad, estamos obligados por nuestra profesión a no hablar de lo que nos cuentan nuestros pacientes. Yo no soy la excepción, con esto no se negocia. Revelar secretos en terapia puede ser un arma de doble filo. La relación terapeuta-paciente puede ser el escenario perfecto para enfrentar la vergüenza, encontrar aceptación y empatía, buscar nuevas fuentes de apoyo y de fortaleza, … Podría llegar a parecerse a lo que denominó Evan Imber-Black: una sala de ensayo. Por otro lado, compartir secretos solo con profesionales puede afectar de muchas maneras a parejas, matrimonios y relaciones. Se puede trabajar en terapia como una antesala a la práctica de explorar las consecuencias de contarle a otros algo.
Decidir revelar un secreto no es un trago fácil de digerir. En muchas ocasiones, puede llegar a ser una fuente de malestar profundo, que nos puede acompañar y retrasar en los procesos de transición a lo largo de nuestra vida. Las consecuencias de que un secreto irrumpa en nuestras vidas en los momentos clave de nuestro desarrollo (adolescencia, fechas cruciales, etc.) puede repercutir paralizando dicho crecimiento (especie de congelación). Este proceso, normalmente de transición entre fronteras (refiriéndome a los cambios en el ciclo vital), se pueda llegar a suspender, lo que provocaría una paralización del desarrollo psíquico.
Un respiro lector. No todos los secretos son destructivos. Algunos ayudan a tejer lazos entre dos personas, amigos o hermanos. En ocasiones les brinda sensaciones de independencia y cercanía. Sin embargo, he de indicar que la creación de cualquier secreto entre dos personas puede formar lo que denominamos un triángulo y, por tanto, queda excluido un tercero que está involucrado siendo el otro.
Un Abrazo
PD: ¡Ojo con los secretillos! Algunos pueden tener graves consecuencias en nuestras vidas. ¿Reconoces secretos en la familia, amigos o conocidos?
Referencia.
Imber-Black, E. (2009). La vida secreta de las familias: verdad, privacidad y reconciliación en una sociedad del decirlo todo. GEDISA editorial.
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